Era de noche, el frió húmedo se notaba en las cadenas a las
que estaban atadas mis manos, mi respiración era intranquila pero constante, mi
nueva situación no era nada fácil, estar atado en medio de la nada y sin saber porque.
Solo era un insignificante ser en este cruel mundo, donde un día estás paseando
alegremente por la playa y al otro atado de manos.
No me gustaba nada el lugar en el que estaba, el frió
quebraba mis huesos de forma que al mover cualquier parte del cuerpo pareciera
el peor de los dolores, aparte mi mente estaba aterrada, apenas podía ver mis
cadenas y un charco de agua que había en el suelo que podía usar para verme la
cara, fue un momento duro en el que me
observe a mí mismo, o lo que quedaba de mí. No, no estaba herido o algo por el
estilo, fue al ver mi mirada perdida de
vida lo que me acongojo y me dejo en estado de shock durante días.
Los días siguientes no mejoro lo cosa, herido de mente y con
las manos atadas solo podía pensar en esos tiempos pasados donde era un ser
libre que no hacía daño a nadie y preguntándome nuevamente ¿porque estoy aquí? Después
de volver a hacerme las mismas preguntas una y otra vez, empezaba a darme
cuenta que no eran solo los brazos lo que me dolía, el resto del cuerpo
empezaba a abandonarme también.
Empecé a sentirme algo mejor con el paso de los días aunque
pareciera extraño, era raro acostumbrarse a una situación así. El sol empezaba
a salir por primera vez desde hacía siglos, notar un poco calor en el cuerpo
fue como una experiencia nueva para mí, parecía que la suerte empezaba a
sonreírme, el charco que usaba para verme a mí mismo estaba evaporado, fue
irónico que dibujara un sonrisa en mi cara ante tal situación. Seguía atado sin
poder saber adónde ir o que hacer pero con el rayo de luz parecía llegar algo
vida.
Pasaron días, y el sol empezó a apagarse lentamente, no, no
se hacía de noche, estaba llegando una tormenta, las nubes grises hicieron acto
de presencia tan rápido que no pude ver irse a mi amigo el sol, la tiniebla se
hizo presente acompañada de las más frías de la lluvia. Empezó a caer de forma
permanente y cruel, la lluvia mojaba todo mi cuerpo, era incapaz de mirar al cielo lluvioso
por el constante goteo de agua, pero eso no era lo peor, lo peor era esa
sensación de soledad que tenía cuando paro la lluvia, el charco donde me vi
reflejado anteriormente volvió a hacer acto de presencia, mire hacia abajo con
la esperanza de ver algún rostro familiar, pero el dichoso charco fue cruel
conmigo, volvió a mostrarme mi rostro mojado.
Después de días de lluvia fría parecía que el tiempo volvía poco a poco a su
cauce, los días y noches se sucedían como debería ocurrir en cualquier sitio
normal, pero ¿estoy en un sitio normal?
Debido a las lluvias del pasado el tiempo me regalo un
espectáculo insignificante para mi hasta ese momento, empecé a ver el
nacimiento de una pequeña flor, era tan insignificante como yo en ese momento
pero me parecía la cosa más maravillosa del mundo en aquel instante, ver como
con cada día ese pequeña flor se hacía grande y fuerte. La flor llego a una
belleza sin igual, tanta que me extraño que en un lugar tan inhóspito como este
se permitieran cosas de tal belleza.
Pasaron los días y esa pequeña gran flor, empezaba a perder
brillo, se apagaba y de la misma forma que lo hacía yo al verla marchitarse,
fue cuestión de días que la maldita lluvia volviera a hacer acto de presencia,
la lluvia fue cruel e injusta con la flor, apenas segundos después de que la
lluvia hiciera acto de presencia la flor
acabo muerta en el suelo. Yo solo pude sentir impotencia al no ser capaz de
proteger a esa pequeña flor, pero esas cadenas frías me impedían hacer nada.
Los días venideros fueron un constante intercambio de
tormentas y días soleados que apenas me
dejaban respirar, en uno de esos descansos el charco donde me solía reflejado
estaba distinto, parecía tener una luz , me acerque a ver el charco con
curiosidad y me quede alucinado, mi rostro no aparecía, lo que veía era una
estrella grande y brillante, inmediatamente mire al cielo y estaba ahí arriba,
esa estrella me hipnotizó de tal manera que lo único que quería era cogerla con
las manos, pero estaban las cadenas. Mi afán de cogerla hizo que alargara el
brazo con la esperanza de cogerla, alargaba el brazo para intentar agarrarla,
mi muñecas por poco se rompen pero era tal mi afán de acercarme que no me
importaba el dolor, seguía y seguía con la esperanza de romper la cadena y con
un último aliento de coraje conseguí lo que me parecía imposible. La cadena
decidió desistir de su empeño y liberarme al demostrarle que yo era más fuerte
que ella. Fue liberador volver a sentirme libre otra vez, pero no sabía a donde
ir. Volví a mirar el cielo, la estrella estaba arriba, de este modo decido
poner rumbo a la estrella, si me había liberado cabía la posibilidad de que me
guiara a alguna salida. Empecé a correr como si no fuera un mañana, atravesé
bosques y caminos y parecía cada vez más cercana. Comencé a subir una
montaña con el fin de encontrar a esa estrella que me había guiado el
duro camino, cuando por fin llego a la cima, la estrella había desaparecido.
Pero no estaba triste, gracias a esa estrella saque fuerzas para poder salir de
aquel horrible lugar, Solo me quedo mirar al cielo con el fin de seguir
encontrando estrellas que me sigan
guiando.
Continuara
Me has recordado tus primeros posts; en tan poco tiempo has mejorado tanto :)
ResponderEliminarMe va gustando mucho tu cuento, espero con ganas la continuación.
Un beso chiquillo, Cleo
Me has recordado tus primeros posts; en tan poco tiempo has mejorado tanto :)
ResponderEliminarMe va gustando mucho tu cuento, espero con ganas la continuación.
Un beso chiquillo, Cleo
Me ha encantado. El caballero de la estrella tiene mucho valor.
ResponderEliminarSigue así samurái andaluz... Fortísimo abrazo.
ResponderEliminarSigue así samurái andaluz... Fortísimo abrazo.
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