Descanso, esa palabra fue desconocida para mí los días
anteriores, que aunque los pase apenas sin moverme el desgaste mental fue
terrible, fue como volver a nacer poder mover mis brazos y piernas sin esas
cadenas que me ataba.
El sol brillaba como no recordaba, esplendoroso y hermoso
como jamás lo vi, seguramente igual de brillante que todos los días, pero mis
ojos no veían de la misma forma, empezaba a saborear y disfrutar de los rayos
de sol que llegaban a mi piel y de la suave brisa que recorría mi cuerpo, jamás
pensé que se pudiera disfrutar tanto de estas cosas. Después de apreciar estas
maravillas decido que es momento de volver a iniciar mi camino, pero me
preguntaba -¿Dónde ir?- . No sabía que dirección tomar, lo único que tenía
claro es que debía que empezar a caminar cuanto antes. Mire el paisaje de mi
alrededor y decido sin saber muy bien la razón emprender mi camino al Este, tal
vez porque por donde vi a la estrella por última ocasión.
Recorro el camino con decisión e ilusión esperando que me trajera un futuro mejor. El sol al que
tanto cariño le tengo me empezaba a irritar un poco, puede que por que su
reflejo me daba directamente a los ojos o por el calor que tanto eche en falta
cuando estaba atado empezaba a subir de forma considerable, el camino que hasta
este momento parecía llano y fácil se empezaba a complicar con la aparición de
piedras que debía esquivar por el bien de mi seguridad. El calor empezaba ya a
ser insoportable, no paraba de sudar y la falta de agua me empezaba a
preocupar. Todo esto no me frenaba en mi ímpetu de avanzar, parecía que el
camino iba mejorando, esas piedras que tenía que ir esquivando desaparecían
conforme avanzaba pero comenzaba a haber algo extraño en el suelo, empezaba a
notar en las palmas de mis pies como pequeños granos, seguía avanzando y las
rocas se transformaron en arena.
Los pequeños granos de arenas que notaba en los pies se
empezaron a convertir en grandes montañas de arena caliente, parecía que me
estaba adentrando en el desierto, mis fuerzas empezaban a escasear y mi cuerpo
cayó desplomado.
Abrí los ojos y empezaba a notar algo de frescor en mis
labios, observo mejor y es un niño que con una especie de cuenco rudimentario
me da agua, fue una de las mejores sensaciones de mi vida, volver a sentir algo
de agua recorrer mi garganta. Extraño me
pareció ver a un niño pequeño en un lugar como este, consigo reponerme un poco
y ponerme de pie, le doy las gracias al niño y le pregunto-¿Qué haces aquí, en
un sitio como este?- . El niño me miro y de el no salió ninguna palabra, solo
una leve sonrisa. Seguía preguntándole cosas pero seguía sin hablar, no sabía
si porque no me entendía o es que era mudo.
Desisto de seguir preguntándole, veo que no voy a sacar nada claro. De repente
el niño me coge de la mano y empieza a tirarme, como si quisiera llevarme a
algún sitio. Decido no hacer impedimento y me dejo guiar por el niño. Después
de un largo camino llegamos a lo que parece que es una cueva de rocas en medio
del desierto. Llegamos y el niño se acercó y volvió a ofrecerme otro cuenco de
agua, cosa que agradecí enormemente. Me tome el cuenco entero y el niño se puso
a buscar en lo que parecía un baúl viejo, no sabía bien que buscaba pero
parecía entusiasmado, se le vio emocionado cuando encontró lo que buscaba,
parecía ser una espada antigua. El niño la cogió y me acerco la espada que con
tanto ímpetu buscaba, la dejo en mis manos y el niño empezó otra búsqueda. Encontró
lo que parecía ser un pergamino antiguo, en él se podía leer “El Guerrero de la
Estrella” y una imagen que me resultaba
familiar, se podía ver un caballero con una espada muy parecida a la que tenía
en mis manos, el niño empezó a señalar
la imagen del caballero y seguidamente me señalaba a mí, repitió ese gesto un par de veces hasta que por fin
entendí, creía que yo era ese caballero, pobre niño parecía tan ilusionado con
la idea que me daba pena decirle que no tenía nada que ver con el pergamino que
me mostro. De pronto se notó en la cueva algo parecido a un terremoto, la cara
del niño cambió completamente, estaba aterrorizado y fue a esconderse detrás de
una roca que había dentro de la cueva. Me acerco a tranquilizarlo y le digo que
voy a afuera a ver qué ha pasado, el me agarra del brazo para impedirme que
saliera con lágrimas en los ojos, consigo soltarme y me dispongo a salir fuera
de la cueva sin saber muy bien que es lo
que me esperaba.
El cielo estaba completamente oscuro y apenas se podía ver, pero
el ambiente estaba enrarecido como si una presencia invisible me estuviera
observando. No consigo ver cuál es la causa del el temblor, así que me doy la
vuelta para entrar a la cueva a acompañar al niño. Pero una voz escalofriante
subió por mi cuerpo –Detente caballero- alcance a oír. Doy media vuelta y parecía ver lo que era la figura de un hombre
cubierto por una gran capucha. Era realmente imponente su figura, no era
especialmente alto pero me daba la sensación de ser un gigante. Saco el valor
para preguntarle que quiere, de repente un silencio incomodo apareció en el
ambiente, pasan los segundos y se escucha – Lo que quiero está dentro de la
cueva-. Me doy cuenta inmediatamente que lo que buscaba era al niño y por fin
comprendía el miedo del chiquillo. Sin saber muy bien como agarro la espada que
el niño me entrego y la levanto apuntando al encapuchado sin yo decir ni una
palabra, no sabía muy bien como pero tenía y debía proteger a mi salvador del
desierto. Aquel hombre encapuchado empezó a acercarse como si no le importara
que estuviera armado, caminaba y
caminaba como si yo fuera el ser más insignificante del mundo, se acercó tanto
que podía sentir su respiración, hasta que quedo a poco más de medio metro de
mí. No sabía muy bien que hacer, pero me arme de valor e intente alcanzarle con
la espada, pero me esquivo con una facilidad insultante. Sin verlo venir el
encapuchado lanzo un puñetazo a mi estómago que hizo que cayera arrodillado a
sus pies y sin aliento. Me dejo tirado como si no le importara lo más mínimo.
El encapuchado se adentró en la cueva y yo no podía hacer nada por evitarlo.
Pasaron los minutos y parecía que se oían pasos que provenían de la cueva. Vi
al encapuchado con el pobre niño en brazos, el chaval estaba inconsciente pero
seguía vivo, al ver eso consigo levantarme y me dirijo de nuevo al encapuchado,
era mi deber salvar al niño. Lanzo otro ataque pero esta vez no me esquivo, el
encapuchado saco una espada con la que consiguió detener mi ataque sin apenas
esforzarse. Le miro a los ojos y nunca
olvidare la maldad que reflejaban, fue como mirar al mismísimo demonio a la
cara, intento atacar de nuevo pero en esta ocasión fue el quien golpeo primero,
lanzo un mandoble con el que apenas me rozo pero parecía como si una manada de
elefantes hubieran pasado por encima de mí. Caí en el suelo sin fuerzas para
levantarme, solamente pude observar como el individuo se alejaba cada vez más
mientras mis ojos se cerraban sin remedio.
Despierto y no consigo saber cuánto tiempo ha pasado desde
mi enfrentamiento con el encapuchado. Tumbado mirando al cielo oscuro, sentía
la arena en mi espalda pero no quemaba, era de noche, la arena paso de ser
caliente como el mayor de lo fuegos a frio como el hielo, es gracioso como el
desierto se burla del hombre, hace nada hubiera dado todo para que el calor
desistiera un poco y ahora pedía a gritos que mi amigo o enemigo (depende del
momento por lo que veo) apareciera. Pero estaba solo de nuevo, recordando con
miedo y tristeza esos momentos en los que estaba atado a aquellas cadenas, pero
en este momento no tenía ningún charco donde ver alguna estrella que me
liberara.
Solo me quedaba cerrar los ojos y esperar mi destino fuera
cual fuera, ya me daba igual solo deseaba que acabara. Pero algo paso, empezaba
a o oír una voz dentro de mí, no llegaba a entender lo que decía, pero me abrí
los ojos y mire a la espada que tenía a lado, - levántate, levántate, es hora
de seguir adelante-. Fue oír esas palabras y mirada fue directa al cielo, y volvió
a ocurrir. Estaba en el cielo, una estrella empezaba a brillar en lo alto del
firmamento, parecía que era ella la que me
empezaba a gritar ahora que me levantara, empecé a mirar a mi alrededor
y agarre la espada con fuerza y la clave en la arena , la utilice de bastón
para poder reincorporarme, las fuerzas que parecían que me habían abandonado
renacieron de las cenizas como el ave fénix y pude ponerme en pie, solo me
quedo mirar al cielo, la estrella estaba arriba parecía que me observaba, como
esperando que comenzara mi camino. Me colgué la espada a la espalda y comencé a
caminar en dirección de nuevo a la estrella, sin saber dónde me llevaría pero
con la certeza de que era el camino correcto para encontrar a mi amigo
secuestrado.
Continuara
Muy bueno, espero que continúes escribiendo las aventuras que sin duda nos brindará tu caballero guiado por la estrella.
ResponderEliminarMuy bueno, espero que continúes escribiendo las aventuras que sin duda nos brindará tu caballero guiado por la estrella.
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