jueves, 31 de marzo de 2016

El guerrero de la estrella II


Descanso, esa palabra fue desconocida para mí los días anteriores, que aunque los pase apenas sin moverme el desgaste mental fue terrible, fue como volver a nacer poder mover mis brazos y piernas sin esas cadenas que me ataba.
El sol brillaba como no recordaba, esplendoroso y hermoso como jamás lo vi, seguramente igual de brillante que todos los días, pero mis ojos no veían de la misma forma, empezaba a saborear y disfrutar de los rayos de sol que llegaban a mi piel y de la suave brisa que recorría mi cuerpo, jamás pensé que se pudiera disfrutar tanto de estas cosas. Después de apreciar estas maravillas decido que es momento de volver a iniciar mi camino, pero me preguntaba -¿Dónde ir?- . No sabía que dirección tomar, lo único que tenía claro es que debía que empezar a caminar cuanto antes. Mire el paisaje de mi alrededor y decido sin saber muy bien la razón emprender mi camino al Este, tal vez porque por donde vi a la estrella por última ocasión.

Recorro el camino con decisión e ilusión esperando que  me trajera un futuro mejor. El sol al que tanto cariño le tengo me empezaba a irritar un poco, puede que por que su reflejo me daba directamente a los ojos o por el calor que tanto eche en falta cuando estaba atado empezaba a subir de forma considerable, el camino que hasta este momento parecía llano y fácil se empezaba a complicar con la aparición de piedras que debía esquivar por el bien de mi seguridad. El calor empezaba ya a ser insoportable, no paraba de sudar y la falta de agua me empezaba a preocupar. Todo esto no me frenaba en mi ímpetu de avanzar, parecía que el camino iba mejorando, esas piedras que tenía que ir esquivando desaparecían conforme avanzaba pero comenzaba a haber algo extraño en el suelo, empezaba a notar en las palmas de mis pies como pequeños granos, seguía avanzando y las rocas se transformaron en arena.

Los pequeños granos de arenas que notaba en los pies se empezaron a convertir en grandes montañas de arena caliente, parecía que me estaba adentrando en el desierto, mis fuerzas empezaban a escasear y mi cuerpo cayó desplomado.

Abrí los ojos y empezaba a notar algo de frescor en mis labios, observo mejor y es un niño que con una especie de cuenco rudimentario me da agua, fue una de las mejores sensaciones de mi vida, volver a sentir algo de agua recorrer mi garganta.  Extraño me pareció ver a un niño pequeño en un lugar como este, consigo reponerme un poco y ponerme de pie, le doy las gracias al niño y le pregunto-¿Qué haces aquí, en un sitio como este?- . El niño me miro y de el no salió ninguna palabra, solo una leve sonrisa. Seguía preguntándole cosas pero seguía sin hablar, no sabía si porque no me entendía o es que era mudo.

Desisto de seguir preguntándole,  veo que no voy a sacar nada claro. De repente el niño me coge de la mano y empieza a tirarme, como si quisiera llevarme a algún sitio. Decido no hacer impedimento y me dejo guiar por el niño. Después de un largo camino llegamos a lo que parece que es una cueva de rocas en medio del desierto. Llegamos y el niño se acercó y volvió a ofrecerme otro cuenco de agua, cosa que agradecí enormemente. Me tome el cuenco entero y el niño se puso a buscar en lo que parecía un baúl viejo, no sabía bien que buscaba pero parecía entusiasmado, se le vio emocionado cuando encontró lo que buscaba, parecía ser una espada antigua. El niño la cogió y me acerco la espada que con tanto ímpetu buscaba, la dejo en mis manos y el niño empezó otra búsqueda. Encontró lo que parecía ser un pergamino antiguo, en él se podía leer “El Guerrero de la Estrella”  y una imagen que me resultaba familiar, se podía ver un caballero con una espada muy parecida a la que tenía en mis manos,  el niño empezó a señalar la imagen del caballero y seguidamente me señalaba a mí, repitió  ese gesto un par de veces hasta que por fin entendí, creía que yo era ese caballero, pobre niño parecía tan ilusionado con la idea que me daba pena decirle que no tenía nada que ver con el pergamino que me mostro. De pronto se notó en la cueva algo parecido a un terremoto, la cara del niño cambió completamente, estaba aterrorizado y fue a esconderse detrás de una roca que había dentro de la cueva. Me acerco a tranquilizarlo y le digo que voy a afuera a ver qué ha pasado, el me agarra del brazo para impedirme que saliera con lágrimas en los ojos, consigo soltarme y me dispongo a salir fuera de la cueva sin saber muy bien que  es lo que me esperaba.

El cielo estaba completamente oscuro y apenas se podía ver, pero el ambiente estaba enrarecido como si una presencia invisible me estuviera observando. No consigo ver cuál es la causa del el temblor, así que me doy la vuelta para entrar a la cueva a acompañar al niño. Pero una voz escalofriante subió por mi cuerpo –Detente caballero- alcance a oír. Doy media vuelta y  parecía ver lo que era la figura de un hombre cubierto por una gran capucha. Era realmente imponente su figura, no era especialmente alto pero me daba la sensación de ser un gigante. Saco el valor para preguntarle que quiere, de repente un silencio incomodo apareció en el ambiente, pasan los segundos y se escucha – Lo que quiero está dentro de la cueva-. Me doy cuenta inmediatamente que lo que buscaba era al niño y por fin comprendía el miedo del chiquillo. Sin saber muy bien como agarro la espada que el niño me entrego y la levanto apuntando al encapuchado sin yo decir ni una palabra, no sabía muy bien como pero tenía y debía proteger a mi salvador del desierto. Aquel hombre encapuchado empezó a acercarse como si no le importara que  estuviera armado, caminaba y caminaba como si yo fuera el ser más insignificante del mundo, se acercó tanto que podía sentir su respiración, hasta que quedo a poco más de medio metro de mí. No sabía muy bien que hacer, pero me arme de valor e intente alcanzarle con la espada, pero me esquivo con una facilidad insultante. Sin verlo venir el encapuchado lanzo un puñetazo a mi estómago que hizo que cayera arrodillado a sus pies y sin aliento. Me dejo tirado como si no le importara lo más mínimo. El encapuchado se adentró en la cueva y yo no podía hacer nada por evitarlo. Pasaron los minutos y parecía que se oían pasos que provenían de la cueva. Vi al encapuchado con el pobre niño en brazos, el chaval estaba inconsciente pero seguía vivo, al ver eso consigo levantarme y me dirijo de nuevo al encapuchado, era mi deber salvar al niño. Lanzo otro ataque pero esta vez no me esquivo, el encapuchado saco una espada con la que consiguió detener mi ataque sin apenas esforzarse.  Le miro a los ojos y nunca olvidare la maldad que reflejaban, fue como mirar al mismísimo demonio a la cara, intento atacar de nuevo pero en esta ocasión fue el quien golpeo primero, lanzo un mandoble con el que apenas me rozo pero parecía como si una manada de elefantes hubieran pasado por encima de mí. Caí en el suelo sin fuerzas para levantarme, solamente pude observar como el individuo se alejaba cada vez más mientras mis ojos se cerraban sin remedio.

Despierto y no consigo saber cuánto tiempo ha pasado desde mi enfrentamiento con el encapuchado. Tumbado mirando al cielo oscuro, sentía la arena en mi espalda pero no quemaba, era de noche, la arena paso de ser caliente como el mayor de lo fuegos a frio como el hielo, es gracioso como el desierto se burla del hombre, hace nada hubiera dado todo para que el calor desistiera un poco y ahora pedía a gritos que mi amigo o enemigo (depende del momento por lo que veo) apareciera. Pero estaba solo de nuevo, recordando con miedo y tristeza esos momentos en los que estaba atado a aquellas cadenas, pero en este momento no tenía ningún charco donde ver alguna estrella que me liberara.

Solo me quedaba cerrar los ojos y esperar mi destino fuera cual fuera, ya me daba igual solo deseaba que acabara. Pero algo paso, empezaba a o oír una voz dentro de mí, no llegaba a entender lo que decía, pero me abrí los ojos y mire a la espada que tenía a lado, - levántate, levántate, es hora de seguir adelante-. Fue oír esas palabras y mirada fue directa al cielo, y volvió a ocurrir. Estaba en el cielo, una estrella empezaba a brillar en lo alto del firmamento, parecía que era ella la que me  empezaba a gritar ahora que me levantara, empecé a mirar a mi alrededor y agarre la espada con fuerza y la clave en la arena , la utilice de bastón para poder reincorporarme, las fuerzas que parecían que me habían abandonado renacieron de las cenizas como el ave fénix y pude ponerme en pie, solo me quedo mirar al cielo, la estrella estaba arriba parecía que me observaba, como esperando que comenzara mi camino. Me colgué la espada a la espalda y comencé a caminar en dirección de nuevo a la estrella, sin saber dónde me llevaría pero con la certeza de que era el camino correcto para encontrar a mi amigo secuestrado.


Continuara