lunes, 4 de enero de 2016

El guerrero de la estrella

Era de noche, el frió húmedo se notaba en las cadenas a las que estaban atadas mis manos, mi respiración era intranquila pero constante, mi nueva situación no era nada fácil, estar atado en medio de la nada y sin saber porque. Solo era un insignificante ser en este cruel mundo, donde un día estás paseando alegremente por la playa y al otro atado de manos.

No me gustaba nada el lugar en el que estaba, el frió quebraba mis huesos de forma que al mover cualquier parte del cuerpo pareciera el peor de los dolores, aparte mi mente estaba aterrada, apenas podía ver mis cadenas y un charco de agua que había en el suelo que podía usar para verme la cara, fue un  momento duro en el que me observe a mí mismo, o lo que quedaba de mí. No, no estaba herido o algo por el estilo, fue al  ver mi mirada perdida de vida lo que me acongojo y me dejo en estado de shock durante días.

Los días siguientes no mejoro lo cosa, herido de mente y con las manos atadas solo podía pensar en esos tiempos pasados donde era un ser libre que no hacía daño a nadie y preguntándome nuevamente ¿porque estoy aquí? Después de volver a hacerme las mismas preguntas una y otra vez, empezaba a darme cuenta que no eran solo los brazos lo que me dolía, el resto del cuerpo empezaba a abandonarme también.

Empecé a sentirme algo mejor con el paso de los días aunque pareciera extraño, era raro acostumbrarse a una situación así. El sol empezaba a salir por primera vez desde hacía siglos, notar un poco calor en el cuerpo fue como una experiencia nueva para mí, parecía que la suerte empezaba a sonreírme, el charco que usaba para verme a mí mismo estaba evaporado, fue irónico que dibujara un sonrisa en mi cara ante tal situación. Seguía atado sin poder saber adónde ir o que hacer pero con el rayo de luz parecía llegar algo vida.

Pasaron días, y el sol empezó a apagarse lentamente, no, no se hacía de noche, estaba llegando una tormenta, las nubes grises hicieron acto de presencia tan rápido que no pude ver irse a mi amigo el sol, la tiniebla se hizo presente acompañada de las más frías de la lluvia. Empezó a caer de forma permanente y cruel, la lluvia mojaba todo mi  cuerpo, era incapaz de mirar al cielo lluvioso por el constante goteo de agua, pero eso no era lo peor, lo peor era esa sensación de soledad que tenía cuando paro la lluvia, el charco donde me vi reflejado anteriormente volvió a hacer acto de presencia, mire hacia abajo con la esperanza de ver algún rostro familiar, pero el dichoso charco fue cruel conmigo,  volvió a mostrarme mi rostro mojado. Después de días de lluvia fría parecía que el tiempo volvía poco a poco a su cauce, los días y noches se sucedían como debería ocurrir en cualquier sitio normal, pero ¿estoy en un sitio normal?

Debido a las lluvias del pasado el tiempo me regalo un espectáculo insignificante para mi hasta ese momento, empecé a ver el nacimiento de una pequeña flor, era tan insignificante como yo en ese momento pero me parecía la cosa más maravillosa del mundo en aquel instante, ver como con cada día ese pequeña flor se hacía grande y fuerte. La flor llego a una belleza sin igual, tanta que me extraño que en un lugar tan inhóspito como este se permitieran  cosas de tal belleza.
Pasaron los días y esa pequeña gran flor, empezaba a perder brillo, se apagaba y de la misma forma que lo hacía yo al verla marchitarse, fue cuestión de días que la maldita lluvia volviera a hacer acto de presencia, la lluvia fue cruel e injusta con la flor, apenas segundos después de que la lluvia hiciera acto de presencia  la flor acabo muerta en el suelo. Yo solo pude sentir impotencia al no ser capaz de proteger a esa pequeña flor, pero esas cadenas frías me impedían hacer nada.

Los días venideros fueron un constante intercambio de tormentas y días soleados  que apenas me dejaban respirar, en uno de esos descansos el charco donde me solía reflejado estaba distinto, parecía tener una luz , me acerque a ver el charco con curiosidad y me quede alucinado, mi rostro no aparecía, lo que veía era una estrella grande y brillante, inmediatamente mire al cielo y estaba ahí arriba, esa estrella me hipnotizó de tal manera que lo único que quería era cogerla con las manos, pero estaban las cadenas. Mi afán de cogerla hizo que alargara el brazo con la esperanza de cogerla, alargaba el brazo para intentar agarrarla, mi muñecas por poco se rompen pero era tal mi afán de acercarme que no me importaba el dolor, seguía y seguía con la esperanza de romper la cadena y con un último aliento de coraje conseguí lo que me parecía imposible. La cadena decidió desistir de su empeño y liberarme al demostrarle que yo era más fuerte que ella. Fue liberador volver a sentirme libre otra vez, pero no sabía a donde ir. Volví a mirar el cielo, la estrella estaba arriba, de este modo decido poner rumbo a la estrella, si me había liberado cabía la posibilidad de que me guiara a alguna salida. Empecé a correr como si no fuera un mañana, atravesé bosques y caminos y parecía cada vez más cercana. Comencé a subir una  montaña con el fin de encontrar a esa estrella que me había guiado el duro camino, cuando por fin llego a la cima, la estrella había desaparecido. Pero no estaba triste, gracias a esa estrella saque fuerzas para poder salir de aquel horrible lugar, Solo me quedo mirar al cielo con el fin de seguir encontrando  estrellas que me sigan guiando.


Continuara

5 comentarios:

  1. Me has recordado tus primeros posts; en tan poco tiempo has mejorado tanto :)
    Me va gustando mucho tu cuento, espero con ganas la continuación.
    Un beso chiquillo, Cleo

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  2. Me has recordado tus primeros posts; en tan poco tiempo has mejorado tanto :)
    Me va gustando mucho tu cuento, espero con ganas la continuación.
    Un beso chiquillo, Cleo

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  3. Me ha encantado. El caballero de la estrella tiene mucho valor.

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  4. Sigue así samurái andaluz... Fortísimo abrazo.

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  5. Sigue así samurái andaluz... Fortísimo abrazo.

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